La empresa, con casi 20 años de trayectoria en turismo a medida y comunitario, busca posicionar nuevas rutas culturales, naturales y gastronómicas más allá del circuito tradicional Cusco–Machu Picchu.
En una mesa de La Picantería, restaurante limeño de raíces norteñas, Chaskiventura recibe a periodistas para hablar de sus casi dos décadas de trabajo desarrollando experiencias personalizadas en Perú. Con base operativa en Cusco, Chiclayo y Lima, la empresa se ha distinguido por integrar comunidades, arqueología, gastronomía y aventura en un relato propio, “el otro mirar del mundo”. Su próximo desafío: ampliar su presencia en el mercado latinoamericano, especialmente Chile, sin perder su identidad de viajes a medida y turismo responsable. Conversamos con Omar Gamarra y Luis “Lucho” Solís, socios de Chaskiventura, sobre su historia, su fuerte anclaje en el norte peruano y su creciente interés por el mercado latinoamericano.
¿Quiénes son Chaskiventura y cuál es su propuesta?
Somos un operador especializado en viajes a medida. Nacimos en el sur del Perú en 2006, muy ligados al turismo comunitario y a formas auténticas de conectar al viajero con el destino. Nuestro lema es “el otro mirar del mundo” porque creemos que no solo importa qué visitas, sino cómo te relacionas con lo que visitas.
¿Cómo evolucionó la empresa desde ese enfoque inicial?
Con los años fuimos fortaleciendo capacidades en las comunidades. Muchas de ellas hoy ya son autónomas y trabajan con distintos actores del sector. Luego ampliamos operaciones hacia el norte del país, consolidando experiencias que combinan patrimonio cultural, naturaleza y actividades diferentes, como bicicleta en el Bosque de Pómac, almuerzos en plena área natural protegida o recorridos alternativos por complejos arqueológicos.
¿Qué caracteriza su modo de diseñar viajes?
El taylor made real: diseñamos según el perfil del grupo. Si recibimos un listado de pasajeros mayores, ajustamos inmediatamente actividades, accesos o restaurantes. La personalización no es cosmética, sino una práctica cotidiana: adaptamos cada itinerario para privilegiar la experiencia y el bienestar del viajero.
¿Qué lugar ocupa el mercado francófono en su operación?
Entre el 90% y 95% de nuestras operaciones históricas vienen de Francia, Suiza, Canadá y, en menor proporción, Bélgica. Por eso contamos con guías francófonos y una estructura pensada para ese mercado. Pero desde hace algunos años buscamos abrirnos más a Latinoamérica, especialmente Chile.
¿Por qué el interés en el mercado latino?
Por el vínculo del idioma, que permite una conexión más íntima con el destino. Además, Chile es el principal emisor latinoamericano hacia Perú, tiene excelente conectividad con Lima y rutas hacia Trujillo y Cusco. Creemos que hay un enorme potencial para ofrecer productos más profundos y diferenciados.
¿Cómo describirían su visión del norte del Perú como destino?
El norte es cultura viva, arqueología, gastronomía y aventura. Trabajamos los cuatro ejes:
- Cultura: desde Sipán hasta la Señora de Cao, con curadurías de visita que priorizan piezas clave para evitar recorridos agotadores.
- Naturaleza: con experiencias reguladas en áreas protegidas como el Bosque de Pómac.
- Gastronomía: con raíces ancestrales, como en La Picantería, que rescata técnicas y productos del litoral norteño.
- Aventura: ciclismo, travesías y experiencias de contacto con comunidades auténticas.
Una de sus experiencias más llamativas es la del Caballito de Totora. ¿Cómo la desarrollaron?
Trabajamos con un pescador real de Huanchaco. No es escenografía ni un show armado: es su vida diaria. Lo acompañamos en un proceso de profesionalización sin desvirtuar su identidad. Hoy es un referente y su trabajo aparece incluso en campañas de promoción turística.
¿Qué tan seguro es viajar a Perú en el actual contexto político?
Los principales distritos turísticos de Lima —Miraflores, Barranco, San Isidro— mantienen condiciones de seguridad estables. Las tensiones se concentran en zonas periféricas. La actividad turística no ha parado y la economía peruana se mantiene sólida. El visitante encuentra normalidad en los circuitos tradicionales.
¿Operan en todo el país?
Sí. Tenemos oficinas en Cusco, Chiclayo y un punto de enlace en Lima. Operamos grupos (60–70% del total) y también FIT (free independent traveler). Podemos trabajar en español, inglés y francés, y adaptamos guías y contenidos según el público.
¿Qué tipo de experiencias creen que mejor conectan con el viajero latino?
Experiencias auténticas, sostenibles, con contacto real con comunidades, gastronomía local y arqueología explicada desde sus protagonistas. El norte peruano ofrece un plus: es poco masificado, por lo que las visitas suelen sentirse privadas y muy íntimas.
¿Qué mensaje les darían a los viajeros de la región?
Que Perú los espera con una oferta renovada, diversa y segura. Que hay un Perú más allá de Machu Picchu: un país de culturas milenarias, sabores únicos y comunidades que aún conservan tradiciones vivas.




